Psalms 71

El reino mesiánico

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1. “Según la tradición, tanto judaica como cristiana, este Salmo trata del Mesías y de su Reino” (Salterio Romano). Como vemos en el hemistiquio final, es obra del mismo David, que en sus últimas palabras anunció “un Justo dominador de los hombres… como la luz de la aurora cuando se levanta el sol en una mañana sin nubes” (II Reyes 23, 30), y a quien el Espíritu Santo mueve tantas otras veces, y especialmente en el espléndido Salmo 44, a cantar las glorias del Vástago divino que ha de sentarse en su trono para siempre (Lucas 1, 32 s.). De ahí que esté dedicado al Pacífico, que así se traduce el nombre de Salomón, el cual fue asimismo figura de Jesucristo. Los que no ven en este Salmo más que el encumbramiento de un gran rey, tropiezan con los atributos que se le dan en los versículos 10 y siguientes, superiores a cuanto podía esperar ningún rey de la historia humana. Rey... Hijo del Rey: Como observa Ubach, el Mesías es a un tiempo ambas cosas. Lo primero, porque así fue constituido por el Padre Eterno (cf. Salmos 2 y 109 y notas); lo segundo, por doble razón: como Verbo del Padre y como descendiente y heredero de David. Sobre esta entrega de la investidura real que aquí se pide, véase Lucas 19, 11-15 y los textos que la Misa de Cristo Rey contiene junto con este versículo que va en el Introito: 2, 8; 28, 10 s.; Daniel 9, 13; Apocalipsis 1, 6; 5, 12 y 19, 16.
Para Salomón.
Oh Dios, entrega al Rey tu juicio,
y tu justicia al Hijo del Rey;
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2. Gobierne: Así el nuevo Salterio Romano. Otros vierten en futuro: gobernará. Gobernar, reinar y juzgar son una misma cosa en la Sagrada Escritura. (Cf. Salmo 95, 10 y nota. A los humildes tuyos: Lo característico del reino mesiánico consiste en que los humildes serán tratados con justicia. “En tal reino no habrá lugar para el egoísmo, favoritismo, venganza o tiranía. Por tiempos será necesaria una especial atención, pero esta será para los pobres y afligidos” (Callan). Véase versículos 4 y 12 ss.; Salmos 57, 11; 81, 8 y notas; Isaías 11, 4; 25, 4; 61, 1. ¡Qué condenación del mundo actual!
para que Él gobierne a tu pueblo
con justicia,
y a los humildes tuyos
con equidad.
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3. Cf. versículo 16. La participación de la naturaleza en las bendiciones mesiánicas se vaticina igualmente en Isaías 32, 16; 45, 8; Salmo 84, 12, etc. Véase Salmo 95, ll y nota.
Los montes traerán al pueblo la paz;
y los collados, la justicia.
4Él defenderá a los humildes del pueblo,
Él salvará a los hijos de los pobres,
y aplastará al opresor.
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5. Permanecerá: Las mejores versiones y autores usan así el futuro, que por lo demás se impone desde el versículo 12, en lugar del optativo que algunos han preferido en los versículos 5-8 y que parecería favorecer a los que quisieran quitar al Salmo todo valor mesiánico y de profecía, como si, no pudiendo aplicarse a ningún hombre, se redujera a un ideal del salmista que soñase con un reino así, universal, eterno, una mezquina aspiración a eternizar lo temporal y actual, sin gloria para Cristo.
Permanecerá como el sol,
y como la luna, de generación en generación.
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6. Sobre el prado segado: Otros traducen más brevemente: sobre el césped. Nos parece más intensa la otra expresión, que indica el momento más oportuno para que llueva sobre un mundo segado, como en Amós 7, 1, Cf. Isaías 45, 8; 61, 1 s.; 64, 1; Lucas 18, 8 y notas; Apocalipsis 14, 14 ss.
Descenderá, como lluvia,
sobre el prado segado,
como las aguas que riegan la tierra.
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7. “Sobre la paz de los tiempos mesiánicos, cf. Isaías 2, 4; 11, 3-4” (Pillion). Cf. también Salmo 45, 10 y nota. Jesús nos da Su propia paz, para que no se turbe nuestro corazón (Juan 14) en medio de este siglo malo (Gálatas 1, 4), cuyo príncipe es Satanás, como dice el mismo Jesucristo en Juan 14, 30.
En sus días florecerá la justicia,
y abundará la paz
mientras dure la luna.
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8. “Desde el mar occidental (Mediterráneo) hasta el mar oriental (sinum Persicum), desde el río (Éufrates) hasta los confines de la tierra (islas y tierras del extremo occidente), es decir por todo el orbe” (Salterio Romano). Así lo indican también Vaccari, Callan, etc., entendiendo este último por mar oriental el Océano Indico. Véase Amós 8, 12; Salmo 64, 11 y nota; 88, 26; Miqueas 4, 7; 5, 1 citado por Mateo 2, 6; Lucas 1, 32; Oseas 3, 5; Ezequiel 34, 24; 37, 24 s.; Jeremías 23, 5 ss.; 33, 15 s.; Daniel 7, 14, 27, etc.
Y Él dominará de mar a mar,
y desde el Río hasta los confines de la tierra.
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9. “Nadie podrá resistirse al dominio del Mesías. De grado o por fuerza todos tendrán que reconocer su dignidad regia. Cf. Salmo 2; Isaías 49, 23” (Páramo). La paráfrasis caldaica vierte: “se humillarán los próceres”. Cf. Salmo 67, 27 ss. y nota.
Ante Él se prosternarán sus enemigos,
y sus adversarios lamerán el polvo.
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10. Tarsis: Ciudad situada en la España meridional o una de las islas del Mediterráneo occidental. Las islas en el lenguaje bíblico son las tierras del Occidente (cf. Salmo 96, 1). Sabá: Parte de Arabia; según otros, la costa oriental de África. Las regiones citadas representan el mundo entonces conocido, para indicar que toda la tierra reconocerá el imperio del Mesías.
Los reyes de Tarsis y de las islas
le ofrecerán tributos;
los reyes de Arabia y de Sabá
le traerán presentes.
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11. En su reciente edición el P. Callan, O.P., Consultor de la Pontificia Comisión Bíblica, hace notar que, “sabiéndolo o no, el salmista estaba describiendo el carácter y el Reinado del Rey mesiánico”; que tal descripción “no concuerda con ningún rey humano de Israel, ni aun David o Salomón” y que “el Rey mesiánico no ha traído todavía a una actual fruición sobre la tierra todos estos benéficos resultados” pues “todo gobernante digno de ese nombre debe… extender su régimen sobre todos sus súbditos el más pequeño como el más grande”. ¿Cuándo llegará ese dichoso día? Véase el prefacio de la Misa de Cristo Rey que contempla ese día con palabras del Salmo 44, 8 y nos presenta ese reinado de santidad, amor y paz en que todas las creaturas le estarán sujetas (véase Hebreos 1, 8 y 13; 2, 8; I Corintios 15, 25). Él entregará entonces el Reino a su Dios y Padre (I Corintios 15, 24). En este triunfo universal de Cristo con su Iglesia (Apocalipsis 19, 6-9), del solo rebaño con el único Pastor (Juan 10, 16), en que, como dice Santo Tomás, le servirán unidos judíos y gentiles, se cumplirá plenamente lo que pedimos en el Padrenuestro (Mateo 6, 10).
Y lo adorarán los reyes todos de la tierra;
todas las naciones le servirán.
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12 ss. Cf. versículo 2. El amor al pobre y al humilde es el distintivo del Mesías, el cual les promete que triunfarán. Se anunció el Evangelio a los pobres (Mateo 11, 5; Lucas 7, 22) durante el año favorable o de reconciliación, que Jesús señaló en Lucas 4, 18 s., citando a Isaías 61, 1. A continuación (Isaías 61, 2), el Profeta vaticinó el día de la venganza en que los pobres verán el triunfo. No es otro el cuadro que María describe en su contemplación de Lucas 1, 51 ss., y así también lo anunció Jesús en Mateo 11, 5; 12, 28; Lucas 17, 21, etc., y el Bautista (Mateo 3, 10 y 12) y el sacerdote Zacarías (Lucas 1, 71) y el anciano Simeón (Lucas 2, 30), y así lo esperaba el pueblo creyente (Lucas 19, 11) hasta que rechazado y muerto el Mesías Rey (Lucas 19, 14; Juan 19, 15 y 19), su suave yugo sufrió violencia por parte de su pueblo (Juan 1, 11; Mateo 11, 12; Lucas 16, 16), sin más reconocimiento que el de un día en que lo aclamaron como “Rey en nombre del Señor” (Lucas 19, 38); “Hijo de David” (Mateo 21, 9) y “Rey de Israel” (Juan 12, 13) bendiciendo el advenimiento del reino davídico (Marcos 11, 10). Mas es tanto el anhelo de su advenimiento, que aun después de la Resurrección los apóstoles reiteran al Señor la pregunta (Hechos 1, 6 s.), ansiosos de verlo en su anunciado triunfo y de ver triunfar con Él a los humildes en su Reino feliz. A la luz de estos anuncios podemos apreciar la grandeza de la fe de María frente al Calvario, tan distinto de lo que Ella debía esperar (cf. Lucas 1, 32; Isaías 35, 5; Ag. 2, 20 y notas).
Pues Él librará al que clama desvalido,
y al mísero que no tiene amparo.
13Se compadecerá
del necesitado y del pobre,
y a los indigentes salvará la vida,
14los libertará del daño
y de la opresión,
y la sangre de ellos
será preciosa a sus ojos.
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15. Vivirá: Según lo que precede parecería referirse más a los pobres que al Rey, Es muy probablemente una glosa añadida, pues altera el metro del verso. Le darán: En el sentido impersonal de: “se le dará” (Prado). El P. Lagrange lo entiende en el sentido de que el Rey dará al pobre. A causa de Él: Variante más plausible que rogarán por Él, lo que no puede entenderse al pie de la letra como si intercediesen por Jesús. Dom Calmet dice: adorarán a Dios continuamente a causa de Él; y en la nota vierte: Él rogará siempre por ellos y derramará todo el día sobre ellos sus bendiciones. San Agustín hace notar que desde ahora rogamos a causa de Cristo cuando en el Padrenuestro pedimos al Padre que venga su Reino.
Por eso vivirá; y le darán del oro de Arabia,
orarán siempre a causa de Él;
sin cesar le bendecirán.
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16. “Se predice la abundancia del trigo y la multitud de los hombres. Cf. en los profetas las descripciones de la fertilidad de la tierra, v. gr. Amós 9, 13; Joel 3, 18” (Salterio Romano).
Habrá abundancia de trigo en la tierra;
en las cumbres de los montes
ondeará su fruto como el Líbano;
y florecerán los habitantes de las ciudades
como la grama del campo.
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17. “La paz y la prosperidad reinarán sobre la tierra y todas las naciones serán benditas realizándose así la antigua promesa dada a Abrahán” (Callan). Cf. Génesis 12, 3; 22, 17; Gálatas 3, 8 y lo que María expresa en Lucas 1, 54 s. y Zacarías en Lucas 1, 73 (cf. versículo 12 y nota).
Su nombre será para siempre bendito,
mientras dure el sol
permanecerá el nombre suyo;
y serán benditas en Él
todas las tribus de la tierra;
todas las naciones
lo proclamarán bienaventurado.
18Bendito sea Yahvé, Dios de Israel,
único que hace maravillas;
19y bendito sea por siempre
su glorioso Nombre;
llénese de su gloria toda la tierra.
¡Así sea; así sea!
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20. Esta nota no quiere decir que en los libros que siguen no haya Salmos davídicos, sino solo que aquí se cierra una colección. En lo sucesivo hallaremos otros Salmos de David, lo cual no obsta que el presente sea, como se cree, el último que él escribió, próximo ya a su muerte (San Roberto Belarmino). San Jerónimo explica: “acaban los Salmos de David porque en este Salmo escribió la plenitud y el fin de las cosas”.
Fin de las oraciones de David, hijo de Jesé.
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